Para no perder el Norte

Gran Carro (click para ampliar)

Algunos amigos me han sugerido que dedique algunas entradas sobre nociones básicas de Astronomía, y me ha parecido una buena idea para que con el tiempo haya en este blog una buena recopilación de temas que puedan servir al que quiere iniciarse en la observación del cielo nocturno. 

Casi todos conocemos a alguien que en un principio se sintió atraído por la Astronomía y en seguida quiso adquirir un telescopio pensando que nada más dirigirlo al cielo podría contemplar esas coloridas nebulosas de los libros. Una vez en la gran superficie pilló ese instrumento de oferta que pone en la caja que puede alcanzar los 700 aumentos (o más), y el vendedor le dijo que por 100 euros se llevaría al hermano menor del mismísimo telescopio Hubble. Y seguro que ese amigo nos ha contado que esa misma noche dirigió todo ilusionado el telescopio al cielo y vio... más estrellas; barrió de aquí para allá la bóveda celeste, y nada ¡sólo más y más estrellas! "La Luna es una excepción, eso sí que es espectacular", nos habrá explicado, "pero ¿dónde están las galaxias, las nebolusas, esas nubes de color? Y encima le pongo el ocular ese que dicen que llega a los 700 aumentos ¡y no veo nada!" Al final ese telescopio se queda montado junto a la terraza o una ventana en el mejor de los casos (para observar la Luna o espiar al vecindario), y con eso acabó la afición a la Astronomía de nuestro amigo, que seguro que justificará su frustración explicándonos que "¿para qué quiero complicarme la vida pudiendo ver las fotos del Hubble por Internet?"

Lo descrito ocurre más a menudo de lo que pensamos porque a veces queremos satisfacciones inmediatas, subir toda una escalera de un salto, cuando toda dedicación requiere de un proceso de aprendizaje, que en el caso de las aficiones suele ser autodidacta y por tanto algo más lento. Así que el principio básico para el aspirante a astrónomo es tener paciencia y perseverancia: no debemos esperar grandes resultados inmediatos, y si no nos satisfacen los que obtenemos debemos ser obstinados y no cejar en el empeño de mejorarlos. Esto desde luego es aplicable a todo trabajo, pero la afición a la Astronomía tiene además algunas características que pueden hacernos tirar la toalla antes de tiempo:

  • Es una actividad que se desarrolla de noche y al aire libre, lo que no tiene porqué ser agradable, pues mientras en verano te comen los mosquitos en invierno te hielas de frío. Además observar por telescopio es una actividad muy estática que requiere estar mucho tiempo en posiciones no necesariamente cómodas.
  • Debido al exceso de iluminación en los núcleos urbanos se requieren desplazamientos en coche lo suficientemente lejos.
  • Se depende de las condiciones atmosféricas y éstas son cambiantes y de difícil predicción. Puede que después de darte un viaje se formen nubes altas que te obliguen a volver a casa, por ejemplo. 
  • Las nebulosas y galaxias (que en principio suele ser lo que más nos atrae) son muy débiles y difusas, y por tanto no se ven en color; sólo se pueden obtener en color mediante fotografía de larga exposición. Esto es algo que suele decepcionar cuando uno espera ver espectáculos pirotécnicos a través del telescopio. Pero por muy débil y tenue que sea esa mancha nubosa, estamos viendo con nuestros ojos una luz que ha tardado millones de años (en el caso de galaxias) en llegar a nuestras retinas. Ya explicaremos esto en otras entradas.
  • Existe tanta variedad de telescopios en tipos, precios y calidades que comprar uno puede ser una decisión difícil, teniendo en cuenta que a mayores aberturas y calidades los precios se disparan.
Estos puntos deben ser compensados  por la satisfacción que supongan los resultados de nuestra actividad, ya sean éstos reconocer una constelación, encontrar una galaxia difícil, apreciar detalles en el disco de Marte u obtener una buena fotografía, entre muchos otros. 

De este modo, la mejor forma de saber si encontraremos suficiente dosis de endorfinas para que no nos importe estar hasta las cuatro de la mañana adoptando posturas de contorsionista y pasando hambre porque un zorro nos ha robado la cena, es ir paso a paso, comenzando por lo más sencillo, por algo que no requiere desembolsar dinero: UTILIZAR NUESTROS OJOS. 

El cielo a simple vista

El ojo es el instrumento óptico más preciso y perfecto del que podemos disponer, y encima lo traemos de serie. Antes de añadirle más lentes o espejos debemos aprender a usarlo en la noche, y luego ya le añadiremos accesorios. Así que lo primero que debe hacer el que haya sentido el prurito del astrónomo es salir de noche a un lugar lo suficientemente oscuro. Algo que en seguida llamará la atención es la cantidad creciente de estrellas que se aprecian conforme hay más oscuridad y llevamos más tiempo observando. Para lograr oscuridad hay que buscar momentos sin luna, y debemos estar alejados de núcleos urbanos y sin luces que nos deslumbren. El ojo humano tarda entre 20 y 30 minutos en adaptarse completamente a la oscuridad, es decir, en dilatar completamente las pupilas; sin embargo su respuesta a la luz es muy rápida y en seguida se contraen ante un incremento de luz. Esto implica que si nos ponemos al lado de una carretera cada vez que pase un coche y nos deslumbre debemos esperar media hora para ver el cielo en su plenitud. Hay que tener esto en cuenta a la hora de llevar linternas, y si no queremos deslumbrarnos cada vez que la encendamos debemos ponerle un filtro rojo, que lo podemos hacer nosotros mismos con celofán. Por tanto el primer instrumento a adquirir debe ser una linterna con filtro rojo. Lo segundo debe ser un planisferio celeste (¡ay la colleja virtual que se llevará el que me diga una "carta astral"!). 

Un planisferio es un mapa del cielo que nos indica las constelaciones que veremos sobre el horizonte según el momento del año y la hora. Hoy en día existen muchísimos programas (unos gratuitos y otros de pago) con los que podemos sacar el mapa celeste para nuestro lugar de observación. También tenemos la opción de obtenerlo on-line, por ejemplo en la sección "El cielo ahora" he insertado una aplicación del programa "Starry Night" que permite obtener el cielo introduciendo los datos del lugar, fecha y hora. Un programa gratuito de mucha calidad para instalar en nuestro ordenador es "Cartes du Ciel", que se puede encontrar aquí: http://www.ap-i.net/skychart/

Un planisferio representa constelaciones, que no son más que zonas del cielo con unas agrupaciones de estrellas características, que no tienen relación física en la mayoría de los casos (es decir, que se ven en la misma zona resultado de la perspectiva, pudiendo estar a distancias muy dispares). Los nombres de las constelaciones visibles desde el Hemisferio Norte adoptados en la actualidad fueron asignados en la antigua Grecia, y representan personajes de su mitología. Salvo en algunos casos, no merece la pena esforzarse en buscar el parecido con la figura que evoca el nombre, pues es inexistente. Entonces ¿cómo podemos reconocer las constelaciones en el cielo?

Encontrar el Norte

Cómo encontrar la Polar (click para ampliar)

El primer paso para realizar un reconocimiento a simple vista del cielo es orientarnos. En nuestro Hemisferio tenemos además la suerte de que el Polo Norte Celeste está muy cerca de una estrella, que en consecuencia se llama Estrella Polar. Pero en contra de lo que muchos piensan, ésta no es ni mucho menos la más brillante del firmamento, ni está en una constelación especialmente llamativa (la Osa Menor). Para localizarla deberemos ayudarnos de un grupo de estrellas muy conocido y fácil de identificar: el Gran Carro.

El Gran Carro es una parte de la constelación de la Osa Mayor, circumpolar y que es visible durante todo el año (aunque puede situarse a poca altura sobre el horizonte y ser tapado por alguna montaña). Las constelaciones circumpolares parecen moverse alrededor del Polo Norte Celeste a lo largo de la noche (debido a rotación de la Tierra). En otras entradas hablaremos más detenidamente de cada constelación y de los movimientos aparentes de los astros. Las estrellas del Gran Carro tienen nombre árabes y son: Dubhe, Merak, Phekda, Megrez, Alioth, Mizar y Benetnasch. Tienen más o menos el mismo brillo y su forma es característica (un carro, una sartén, una cuchara...). Para encontrar la Polar debemos fijarnos en las estrellas del frente del imaginario carro (Dubhe y Merak) y trazar una línea imaginaria que las una hacia su parte superior. En esa línea, y a aproximadamente cinco veces la distancia entre Dubhe y Merak, se encuentra Polaris, y por tanto en esa dirección está el Norte.

Una vez indetificados los puntos cardinales podemos orientarnos con nuestro mapa celeste y comenzar a intentar identificar las formas más carcaterísticas de cada constelación tomando como punto de partida el Gran Carro.

Y así debe empezar nuestro viaje por el cielo nocturno, observando y reconociendo a simple vista cada zona del cielo.

Y así también empiezo yo este recorrido por los principios básicos de la Astronomía que iré desarrollando en otros "posts".

Comentarios

  1. Me ha encantado tu primera lección!. Pilar.

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  2. "Planisferio celeste", intentaré que no se me olvide. Muy interesante tu primera lección y muy bien planteada. Gracias de nuevo.

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  3. Cuando pueda me acerco al Cabo a hacer deberes de la primera lección... ¡pero con un litrillo de cerveza y una lata de mejillones!

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  4. Madre del Amor Hermoso28 de octubre de 2011, 14:58

    Eo, que ya hemos encontrado la Osa Mayor y la Estrella Polar. ¿Para cuándo otra clase, maestro?

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