El cielo en verano (II)

En agosto oscurece antes que en los meses de junio y julio, y no hay que esperar mucho para comenzar a disfrutar de la Vía Láctea y las constelaciones estivales. Ya a las diez y media empezarán a ser visibles sobre el horizonte sur Escorpio y Sagitario, con las regiones más brillantes de nuestra galaxia ascendiendo por el cielo. En el artículo anterior comenzamos el recorrido desde Escorpio, Sagitario, la Serpiente y el Escudo, elevando nuestra vista progresivamente a mayor altura. Si miramos prácticamente sobre nuestras cabezas nos llamará la atención una estrella bastante brillante de color blanco-azulado; de hecho si echamos un vistazo a toda la bóveda celeste comprobaremos que es la más brillante de las que podemos ver (sin tener en cuenta al planeta Venus, que puede aún estar sobre el horizonte oeste). Se trata de Vega (de la constelación de la Lira), la quinta estrella más brillante del cielo nocturno. Si continuamos mirando hacia el norte por la Vía Láctea encontraremos otro astro destacado, Deneb (estrella principal de la constelación del Cisne); y si ahora volvemos a mirar al sureste contemplaremos sobre Sagitario y el Escudo la constelación del Águila, cuya estrella principal, Altair, forma junto a las anteriores los vértices del Triángulo de Verano

El cielo estival, mirando casi sobre nuestras cabezas después de oscurecer

La constelación del Águila se sitúa alta sobre el horizonte sureste al comienzo de la noche. Justo debajo de ella estará saliendo la constelación de Capricornio, más al Este Acuario y siguiendo la Vía Láctea hacia el Sur volveremos a las constelaciones del Escudo, Sagitario y Escorpio. Alfa aquilaeAltair, es una estrella de color blanco situada a 16 años luz del Sistema Solar. Bastante más joven que el Sol ("sólo" de unos 600 millones de años) es cuatro veces más luminosa y de un tamaño de 1,5 veces el de nuestra estrella. Lo que hace de Altair un astro bastante peculiar es su elevada velocidad de rotación, completando una vuelta sobre su eje en sólo 6 horas y media (el Sol tarda 25 días). Como consecuencia de ello las velocidades en las capas ecuatoriales deben rondar los 250 kilómetros por segundo y presenta un achatamiento acusado, de modo que el eje ecuatorial debe ser un 20% mayor que el polar. 

Al igual que Altair, Vega es una estrella relativamente cercana. A 25 años luz de nuestro sistema se nos muestra con un brillo aparente de 0 magnitudes, aunque realmente es cerca de 40 veces más brillante y tiene el doble de masa que el Sol; también presenta una rápida rotación y el consecuente achatamiento por los polos. Vega fue la Estrella Polar en el año 12.000 a.C. y volverá a serlo en el 13.700 d.C. debido al movimiento de precesión del eje terrestre.

Comparación entre Vega y el Sol (Wikimedia)
Deneb es la estrella que estaría situada en la cola de la figura imaginaria del Cisne, o en el punto superior de la Cruz del Norte, como también se denomina a esta agrupación de estrellas que se extiende a lo largo de la Vía Láctea. Con una magnitud aparente de 1,25 ocupa el puesto número 19 entre las estrellas más brillantes. Pero esta característica no se debe a una relativa cercanía (como ocurre en el caso de Sirio, Vega o Altair) sino a que estamos ante una supergigante blanca de tamaño y brillo excepcional. De hecho el satélite Hipparcos ha establecido su distancia en unos 1.425 años luz (aunque aún existe controversia para esta cifra pues algunos cálculos arrojan un valor del doble). Esto implica que es 55.000 veces más brillante, 16 veces más masiva y 100 veces más grande que el Sol. Es una de las estrellas con más potencia luminosa de las que vemos a simple vista: si la situáramos a una distancia de 10 parsecs (unos 32 años luz) brillaría en nuestro cielo con una magnitud cercana a -8 (unas 15 veces más brillante que Venus). Al brillo que tendría una estrella a 10 parsecs de nosotros se le denomina magnitud absoluta. El Sol a esa distancia brillaría con una magnitud cercana a 5, pasando desapercibido como una débil estrella entre otras miles.

Albireo a través del telescopio (Wikimedia)
En el otro extremo de la constelación del Cisne (en la base de la cruz o la cabeza del ave) se encuentra Albireo. Si la observamos con unos prismáticos o un pequeño telescopio podemos comprobar que realmente se trata de dos estrellas: una principal de color anaranjado y una compañera más débil de color azul. Este contraste de color hace de Albireo una de las estrellas dobles más bonitas y fáciles de observar. Este sistema se encuentra a unos 400 años luz y no está claro si están vinculadas físicamente; si lo están su periodo orbital es de al menos 75.000 años. Entre Deneb y Albireo, coincidiendo con el pecho del Cisne o el cruce de los dos ejes está la estrella Sadr o Sadir, una supergigante amarilla 150 veces más grande que el Sol situada a 1.520 años luz.

Otra bonita estrella doble fácil de observar es 61 Gygni, que además ostenta el honor de ser la primera estrella a la que se calculó su distancia por el método de la paralaje (en 1.838 por el astrónomo Bessel). Con unos simples prismáticos podemos resolverla como dos astros de brillo rojo-anaranjado separados 29 segundos de arco. Para encontrar este sistema visual relativamente cercano (a 11 años luz de nosotros) podemos tomar el segmento que une Sadr con Gienah y llevarlo sobre una paralela que pase por Deneb. Aproximadamente en el vértice del paralelepípedo resultante estaría 61 Cygni.

En la constelación de la Lira tenemos otro sistema múltiple fácil de separar con pequeños instrumentos: se trata de Epsilon Lyrae, o también conocida como la doble-doble. Se puede localizar junto a Vega, a un grado y medio en dirección a Deneb. Con unos binoculares ya podremos resolverla en dos componentes; y si dirigimos a ella un telescopio con suficiente poder de resolución veremos que a su vez cada una es un sistema doble.

Por la región que abarcan estas constelaciones la Vía Láctea presenta una riqueza considerable y podemos observar diversos objetos asequibles con prismáticos o pequeños telescopios. Podemos empezar dirigiéndonos a Altair y de ahí a Tarazed (que está un poco más al norte); junto a ésta hay unas nubes oscuras que se pueden observar con unos prismáticos (siempre que tengamos buenas condiciones de cielo) que se conocen como la "caverna oscura del Águila". Aparentemente es una zona con forma de "E" que abarca medio grado (el tamaño de la Luna llena) en la que apenas se ven estrellas porque existe una nube de gas y polvo que nos las tapa y obstaculiza su luz.

Principales objetos que podemos observar en la constelación del Cisne (M. Bustamante)

Siguiendo nuestro recorrido por la Vía Láctea en dirección a Albireo podemos observar en la pequeña constelación de Vulpecula (la Zorra o la Raposa) una agrupación de estrellas con una forma muy característica que nos recordará a una percha de armario. No tienen ninguna vinculación entre sí y es sólo una agrupación casual de estrellas resultado de la perspectiva que resulta curiosa. Si continuamos barriendo con los prismáticos el eje mayor del Cisne, que casi coincide con el plano de la Vía Láctea, nos quedaremos asombrados con la enorme riqueza de estrellas que presenta, que -aunque es menor que en la zona de Sagitario- al situarse bastante alta sobre el horizonte resulta menos afectada por la contaminación lumínica. Nos encontraremos con un buen número de cúmulos abiertos de estrellas, como M29, localizable al sur de Sadr y a situado a unos 4.000 años luz de nosotros. Por un telescopio pequeño puede recordar a las Pléyades en la disposición de sus componentes más brillantes. Si desde M29 movemos nuestro telescopio en dirección a Albireo, a un tercio de la distancia entre ésta y Sadr nos encontraremos el cúmulo NGC 6871. Otro cúmulo destacado es el NGC 6940, situado ya en la constelación de Vulpecula. Para localizarlo podemos partir de Gienah y movernos hacia el sureste de modo paralelo al eje principal de la cruz; a una distancia de Gienah equivalente a la que hay entre Deneb y Sadr encontraremos una agrupación de unas 100 estrellas.

Además de multitud de cúmulos abiertos, en esta región tenemos un objeto nebular muy destacado: la nebulosa Dumbbell (M27). Se trata de una nebulosa planetaria situada a 1.250 años luz de nosotros, que sin ser la más cercana es la más fácil de observar por presentar un tamaño considerable y un aspecto al telescopio bastante definido. Para encontrarla imaginaremos el segmento que une Sadr y Gienah, y lo trasladaremos a Albireo, de modo que M27 quedaría aproximadamente en el vértice de un rectángulo donde los otros puntos corresponderían a Sadr, Gienah y Albireo. Si hacemos un pequeño barrido en esa zona en seguida nos llamará la atención un objeto nebular más o menos definido cuya forma recuerda a un diábolo.

M27, la nebulosa Dumbbell

La otra nebulosa planetaria más famosa es la del Anillo (M57) situada en la Lira. Se encuentra casi a la mitad de camino entre Sheliak y Sulafat, y al tener un tamaño aparente bastante menor que la Dumbbell (pues está 1.000 años luz más lejos) es más difícil de ver con prismáticos, aunque sí se distingue perfectamente por un telescopio como un pequeño óvalo bien definido. Con aberturas superiores a 70 mm y aumentos moderados apreciaremos una región central más oscura que le confiere aspecto de anillo.

En la constelación del Cisne se encuentran también nebulosas bastante extensas aunque difíciles de apreciar por telescopio. Al oeste de Deneb (en dirección al Lagarto) está la famosa nebulosa Norteamérica (NGC 7000) y junto a ella la del Pelícano, que realmente forman parte de la misma nube de hidrógeno. Sólo se pueden apreciar claramente en astrofotografía, y únicamente si disfrutamos de un cielo excepcionalmente oscuro podremos intuirla a través de unos prismáticos muy luminosos. Por otro lado la nebulosa del Velo abarca una amplia zona al sur de Gienah, y también es bastante difícil de apreciar visualmente salvo que dispongamos de un instrumento con cierta abertura (más de 150 mm) y especialmente si nos ayudamos de un filtro OIII. Se trata de un remanente de supernova que pudo explotar hace entre 5.000 y 8.000 años y cuyos restos han ido expandiéndose hasta abarcar un área de 3x3 grados aproximadamente.

Toma fotográfica de la Nebulosa Norteamérica (NGC 7000)

Mirando de nuevo al zenit nos encontraremos con la pequeña constelación de la Lira y la brillante Vega. Un poco más hacia el oeste se encuentra la constelación de Hércules, limitada al sur por Ofiuco y al norte por el Dragón. Su núcleo lo forman cuatro estrellas (que se corresponderían con el pecho del héroe mitológico) del que surgen unas cadenas de estrellas que se pueden imaginar como los brazos y piernas. Su estrella principal se llama Ras Algethi, una gigante roja a 382 años luz de distancia. Muy cerca en el cielo está Ras Alhague, la principal de Ofiuco, una estrella blanca a unos 47 años luz de nosotros. En la constelación de Hércules tenemos a M13, un cúmulo globular situado a 25.100 años luz muy fácil de observar con unos prismáticos (de hecho incluso es visible a ojo desnudo en cielos oscuros). Para localizarlo nos fijaremos en el lado oeste del trapecio central de la constelación, y a un tercio de su longitud partiendo de Eta Herculis (la estrella situada más al norte) lo distinguiremos perfectamente como una mancha difusa que se hace más brillante y densa hacia el centro. Con un telescopio de al menos 10 cm de diámetro y cielos oscuros incluso se pueden resolver algunas estrellas individuales.

Constelación de la Lira y Hércules (el sur está hacia abajo)

M13

Con este recorrido, desde Escorpio hasta el Cisne por el plano de la Vía Láctea, y las constelaciones de la Lira y Hércules, podemos descubrir con unos sencillos prismáticos una gran cantidad de objetos, o simplemente maravillarnos con la riqueza del cielo en estas zonas. Tenemos noches cálidas que invitan a alejarse de los núcleos de población para sumergirnos en la magnitud del Cosmos, y disfrutar de un recurso, de un componente más del paisaje y de nuestro medio, cuya observación (y las preguntas que ha generado) ha contribuido de forma decisiva a que lleguemos a ser lo que somos. Por desgracia la cultura del derroche y la poca (casi inexistente) sensibilidad de políticos y medios de comunicación hacia estos temas, están poniendo en peligro la supervivencia de algo tan maravilloso como un cielo cuajado de estrellas. Aún estamos a tiempo de disfrutar, divulgar y defender nuestro derecho a levantar la cabeza y contemplar la grandeza del Universo ante la que todos somos LIBRES e IGUALES.

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